27 enero 2025

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 60/7 de 2005, designó el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, también conocido como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En este día, mediante iniciativas educativas y programáticas encaminadas a prevenir futuros actos de genocidio, honramos la memoria de los 6 millones de judíos y miembros de otros grupos minoritarios que fueron víctimas del genocidio y otros crímenes atroces a manos del régimen nazi. Además, la resolución alienta a los Estados a que renueven su compromiso de proteger y promover los derechos humanos, incluso mediante la prevención de la discriminación y la violencia basadas en la identidad. En esencia, el Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto representa el compromiso permanente de la comunidad internacional de garantizar la dignidad y los derechos humanos de todas las minorías dentro de las fronteras de cada Estado.

Sin embargo, esos compromisos resultan falsos si los Estados deciden selectivamente qué autores de crímenes internacionales condenar y qué grupos minoritarios merecen protección y dignidad en materia de derechos humanos. Por ejemplo, si bien era esencial reconocer a los judíos esclavizados como víctimas de los campos de concentración nazis, es igualmente esencial reconocer que las llamadas “mujeres de solaz” fueron víctimas de crímenes de esclavitud durante la Segunda Guerra Mundial.

Hoy en día, los ataques contra el estado de derecho y contra las personas e instituciones internacionales que protegen y promueven los derechos humanos amenazan con socavar el progreso real, especialmente cuando las obligaciones en materia de derechos humanos se hacen cumplir contra perpetradores poderosos. Vemos estos ataques en tiempo real contra la Oficina del Fiscal de la Corte Penal Internacional y contra las personas que apoyan los esfuerzos de la Oficina del Fiscal para que los perpetradores de crímenes internacionales rindan cuentas. El proyecto de prevención de atrocidades y derechos humanos, si bien es fundamental para la paz y la seguridad mundiales, necesita una inversión sostenida y apoyo político a nivel local, regional e internacional para alcanzar incluso sus objetivos más conservadores y evitar retrocesos cuando se logran avances.

Los estudios sobre el Holocausto y el genocidio han puesto de manifiesto la forma en que las víctimas pueden perpetrar da?os y que los perpetradores también pueden ser víctimas de crímenes internacionales. Hoy en día, la violencia genocida y otras atrocidades se producen en todos los rincones del planeta, sin parar en mayoría de los casos  y con una impunidad casi total. Incluso en lugares que no aparecen en los titulares, las personas y las comunidades son objeto de discriminación y violencia basadas en la identidad, a menudo luchando por su derecho a existir y continuar como pueblos. La rendición de cuentas, la justicia y el cambio transformador en casos de violencia basada en la identidad son las excepciones, más que la regla, en la mayoría de los contextos a nivel mundial.

Las atrocidades del Holocausto nos ense?an que tanto los agentes estatales como los no estatales utilizan y abusan de la ley para alentar la discriminación, promover la violencia y justificar una serie de crímenes. La comunidad internacional debe seguir desafiando a quienes hoy en día seguirían caminos similares, incluidos quienes discriminan intencionalmente a grupos y cometen atrocidades masivas y genocidios al servicio del populismo y el nacionalismo extremistas.

Además, la comunidad internacional debe empezar a relacionar la apropiación ilegal de tierras, la explotación corporativa y la destrucción del medio ambiente con los crímenes contra la humanidad y el genocidio. Durante demasiado tiempo, la ley ha priorizado los intereses corporativos por sobre las necesidades básicas de las personas. De hecho, las respuestas internacionales en materia de derechos humanos ya no pueden ignorar la interconexión e interdependencia de la acción corporativa y estatal, de todos los seres humanos entre sí y de la humanidad con nuestro planeta.

Judíos en un andén tras desembarcar de un tren en el campo de concentración y exterminio nazi alemán de Auschwitz-Birkenau, 12 de mayo de 1944. Bundesarchiv, Bild 183-N0827-318 / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 DE

Un avance positivo que me da esperanzas de un mundo más pacífico y humano, que represente un esfuerzo por prevenir y responder a crímenes atroces como los perpetrados durante el Holocausto, es la decisión de la Asamblea General, en del 22 de noviembre de 2024, de avanzar con las negociaciones sobre una convención internacional para la prevención y el castigo de los crímenes de lesa humanidad. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas incluyeron los crímenes de lesa humanidad, junto con los crímenes contra la paz y los crímenes de guerra, en la Carta del Tribunal Militar Internacional contra los dirigentes del régimen nazi alemán. En 1946, la Asamblea General respaldó los crímenes de lesa humanidad como parte de los . Y, si bien los Estados adoptaron la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de genocidio de 1948 no dio lugar a ningún tratado sobre crímenes contra la humanidad. Por lo tanto, un tratado independiente es una adición que se debería haber hecho hace tiempo para completar la arquitectura jurídica internacional destinada a prevenir y castigar los crímenes internacionales contra la humanidad.

Si bien el proyecto de tratado en su forma actual reproduce en gran medida la enumeración de crímenes contra la humanidad incluidos en , una importante defensa del desarrollo progresivo del derecho internacional y la responsabilidad de los Estados por crímenes internacionales propone incluir, entre otras cosas, el comercio de esclavos, el matrimonio forzado y el apartheid de género como crímenes contra la humanidad en virtud del tratado. Además, los defensores de la sociedad civil se han organizado para garantizar la inclusión de enfoques basados en el trauma y centrados en los sobrevivientes que sean interseccionales e inclusivos de todos los grupos de identidad.

La fe en que la arquitectura jurídica internacional pueda responder adecuadamente a los conflictos y las atrocidades que asolan Afganistán, Israel y el territorio palestino ocupado, Myanmar, Sudán y Ucrania —y mucho menos abordar los da?os masivos menos visibles en todas las sociedades— puede parecer todavía una utopía. Es posible que las sociedades pacíficas libres de la violencia masiva basada en la identidad sigan estando fuera de nuestro alcance 80 a?os después de que el mundo proclamó: “?Nunca más!” en el contexto de la continua perpetración de crímenes internacionales. Las lecciones del Holocausto y la perpetración de crímenes internacionales actuales en todo el mundo deben reconocerse y comprenderse si queremos desarrollar soluciones que ayuden a construir un mundo libre de discriminación y violencia basadas en la identidad, un mundo donde todas las personas sean libres de sobrevivir y prosperar con dignidad.

 

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